VineScout, un robotpara gestionar el riego y la fertilización de forma más eficiente y para establecer calendarios de vendimia diferenciada

Francisco Rovira, catedrático del Departamento de Ingeniería Rural de la Universidad Politécnica de Valencia, participó en la Jornada de ‘ Cultivo de Viñedo y Calidad de la Uva’ organizado por la revista Tierras, el Colegio-bodega San Gabriel (Aranda) y el OEMV, para presentar los avances del proyecto VineScout .

Ante el alto coste que supone para los viticultores el muestreo manual de datos en las parcelas, nace el proyecto europeo VineScout “Intelligent decisions from vineyard robots”, cuyo consorcio está formado por la Universidad Politécnica de Valencia, la Universidad de La Rioja, WALL-YE SARL, Sundance Multiprocessor Technology ltd. y Symington Family Estates. El proyecto ha recibido una financiación superior a 1,7 millones de euros por parte de la Comisión Europea, bajo el programa Fast Track to Innovation Pilot.

El objetivo, asegura Rovira, es ofrecer al viticultor una nueva herramienta que entra dentro de la llamada viticultura de precisión utilizando la robótica, para ayudarle a tomar sus decisiones con datos objetivos, de manera más ágil y eficiente. El robot toma más de un dato por segundo sobre aspectos como la temperatura de la hoja de la vid, la disponibilidad de agua y el vigor de la planta, que son procesados y sirven de base para las recomendaciones que realiza.

El proyecto se centra en estudiar el estrés hídrico de la vid y su estado nutricional, que son los dos parámetros que se pretenden monitorizar con esa información que recoge el robot. La idea del grupo es sacar unos modelos que indiquen las técnicas de manejo más adecuadas y que están bien fundamentadas en datos objetivos. Hay varios niveles de actuación, uno más directo, que llevará establecer calendarios y horarios de riego para mejorar la eficiencia. El agua –recuerda Rovira- es un bien cada día más escaso y en el futuro, tal como advierten Naciones Unidas, uno de los grandes retos de la agricultura y, por supuesto, de la viticultura, será disponer de agua. También se podrá organizar de forma más sostenible la fertilización, conociendo en cada momento la situación de las plantas y añadirles lo que falta para completar su estado nutricional óptimo. No se puede seguir añadiendo los nutrientes a ciegas, como se viene haciendo en muchos casos hasta ahora, sobre todo en materias como el nitrógeno, porque esa estrategia está llevando a unos niveles preocupantes de contaminación de los acuíferos y de los suelos.

Además, a nivel estratégico, que es un aspecto que valoran mucho las bodegas, el nuevo prototipo va a permitir avanzar en la vendimia diferenciada, estableciendo de forma más precisa las fechas óptimas de recogida, zonificando las parcelas, lo que llevará a poder producir los vinos de la gama ‘premium’ o ‘ultrapremium’ que después tengan mayor valoración en el mercado.

En el calendario de ejecución del proyecto VineScout, se ha desarrollado ya el segundo prototipo, después de realizar muchas pruebas y recabar mucha información de los viticultores a lo largo del año 2017. Ahora se entra en la fase final, y queda un año más para desarrollar el tercer prototipo, al que se le van a incorporar las mejoras de todo lo que se está aprendiendo en los últimos meses, realizando muchos contactos con viticultores, como el que se llevó a cabo en la jornada organizada por Tierras y a la que asistieron más de 250 técnicos y cultivadores de distintas zonas de viñedo, especialmente de la Ribera del Duero, Rueda y Rioja. En esos contactos se espera concretar con detalle qué es lo que esperan los viticultores de un equipo como éste, cuánto están dispuestos a invertir en él, o qué retorno aspiran a conseguir… señala Rovira.

Ese tercer prototipo que salga de esta última etapa de trabajo en la que ahora están implicados es el que se entregará a una empresa o un grupo inversor para que desarrollen la fase de industrialización y comercialización, que deberá empezar a hacerse a partir de 2020.